«Se nos utiliza como chivo expiatorio de lo malo que la pasa a nuestra sociedad»
El presidente de Fedeto, Javier de Antonio Arribas, manifiesta en la Asamblea General el cansancio empresarial ante las continuas campañas de descrédito
22 de junio 2023
El jueves 22 de junio se celebró en Fedeto la Asamblea General Ordinaria, en la que con carácter anual se analiza la evolución de nuestra organización, así como la coyuntura económica y laboral de la provincia de Toledo.
Tras un año como presidente de Fedeto, recogiendo el testigo de Ángel Nicolás García, Arribas considera que durante estos doce meses el ataque la figura empresarial ha sido continua y bochornosa.
«Se nos acusa de ser los principales beneficiarios de la inflación porque gracias a ella nos enriquecemos a costa de los consumidores, subiendo los precios, y a costa de los trabajadores, no subiendo los salarios lo mismo que sube el IPC» lamenta el presidente de Fedeto, continuando con que se nos «obliga a subir los salarios porque nuestros márgenes los consideran vergonzosamente altos».
En su intervención considera inaceptable que se insulte al empresario, en algunos casos con nombre y apellido, como es el caso de Juan Roch, un caso que es «indecente, injusto e inaceptable».
De Antonio ha recordado que en este último año los sindicatos, jaleados por la ministra de trabajo y vicepresidenta del gobierno de España, se han manifestado ante las sedes de organizaciones empresariales para reclamar que los salario subieran lo mismo que el Ipc, porque asegura que «los beneficios de las empresas son insoportables».
Lo «paradójico» apunta Arribas «es que no se manifiesten frente al Ministerio de Hacienda «que es el principal beneficiario, porque cuanto más suben los precios, más recauda el Estado».
La realidad es que la inflación es alta porque hay un «brutal incremento de los costes de producción». Para Javier de Antonio la sociedad debe saber que «la mayoría de los empresarios no han repercutido dicho incremento en el mercado». Y así lo demuestra los datos publicados por el Banco de España.
El regulador español apunta en sus informes que el 62% de las pymes no han subido los precios o no los han subido significativamente, para tratar de seguir siendo competitivas. Además el 38% restante, que sí ha subido los precios de forma significativa, no lo han hecho en cuantía suficiente para poder mantener sus márgenes.
En cuanto a que los empresarios se hayan negado a subir los empresarios, Javier de Antonio puntualiza que «lo que hemos trasladado al ministerio de trabajo es que no podemos subir los salarios como exigían la señora ministra y los sindicatos, es decir, subirlos lo mismo que el IPC real, porque los empresarios, en España, somos los responsables de abonar el salario a 17 millones de personas y si colectivamente, en la negociación colectiva, hubiéramos acordado subir los salarios lo mismo que el IPC real seríamos directamente responsables de que la economía española cayera en una inflación de segunda vuelta».
De ahí que en el Acuerdo Nacional para la Negociación Colectiva, firmado por CEOE y sindicatos, no se adopta esa medida inflacionista. Se adopta una subidas salarial que consideramos equilibrada en la situación actual.
En su discurso ante los miembros de la Asamblea General, Arribas también manifiesta el hartazgo empresarial sobre el mainstream de la subida de impuestos.
Esta tendencia quiere justificar una subida de impuestos para mantener el Estado del Bienestar, en contra de lo que pedimos los empresarios. Algo que según una parte de la sociedad, provocaría un resentimiento en la sanidad, educación, pensiones y el sistema de prestaciones sociales.
Al respecto, de Antonio asegura que «no es necesario subir los impuestos para sostener el Estado del Bienestar». La realidad es que se suben los impuestos porque el gasto público está «desbocado» por el «bienestar del Estado».
Los datos que manejamos desde Fedeto indican que la eficiencia del gasto público, en España, es un 14% inferior a la media de la OCDE. Los economistas cifran esa ineficiencia en 60.000 millones de euros. Por eso, el gasto público, en 2022, creció 23.433 millones, un 3,84%, hasta un total de 634.297 millones de euros. Esta cifra supone que el gasto público alcanzó el 47,8% del PIB. Como consecuencia el déficit público fue del 4,8% que tenemos que financiar, a base de deuda. Y por eso, nuestra deuda pública se sitúa en el 113% del PIB que, supone 1,4 billones de euros. La financiación de esa deuda nos cuesta 33.000 millones de euros.
Todo esto determina que el esfuerzo fiscal que soportamos los españoles, particularmente los empresarios sea un 6,6% superior al promedio de la Unión Europea.
Lo cierto es que, en los cuatro últimos años, el gasto público haya subido un 20%, propiciando que nuestra presión fiscal, sin contar el peso de la inflación, haya subido un 4%, mientras que nuestra renta per cápita media ha caído un 2%.
De ese mantra surge la idea de que a los empresarios hay que subirles los impuestos porque ganan más. Y también porque su presión fiscal es infrerior a la media de las empresas europeas.
Los datos objetivos demuestran que las empresas españolas tienen una presión fiscal (sumando lo que se nos detrae en impuesto de sociedades y cotizaciones sociales) del 10,7%, mientras que la media europea es del 10%.
La economía sumergida también ha ocupado su espacio en la intervención del presidente de Fedeto. De manera particular en que aportamos al Estado menos que la media europea. La realidad, de nuevo basada en datos, demuestra que la contribución de las empresas españolas al total de ingresos públicos es del 31,9%, mientras que la media europea es sólo del 24,6%.
Sin olvidarnos que es el empresario el perjudicado por la economía sumergida, puesto que quienes la alimentan no pagan los brutales impuestos y cotizaciones sociales.
Tampoco se olvidó Javier de Antonio de la subida de cotizaciones para sostener el sistema público de pensiones. Recordó que «lo que pagamos a la Seguridad Social no son cotizaciones, es un impuesto sobre el empleo que se calcula igual que el IVA». El IVA aplica un tipo impositivo fijo sobre el precio de los servicios más o menos homogéneo en toda Europa, redondeando, el 21%, mientras que la Seguridad Social, en España, aplica un tipo impositivo fijo sobre el precio del trabajo, es decir, sobre el salario que supera, con creces, el 40% y nos sitúa a tres puntos por encima de lo que se paga de media en Europa.
Las cuentas no cuadran porque responden a decisiones populistas por parte de los legisladores. Ese impuesto sobre el empleo sube una y otra vez porque con tan sólo dos cotizantes por pensionista se ha decidido que la nómina de las pensiones suba, en 2023, a 190.000 millones de euros. Basta ya de acusar al empresario de contratar mal y pagar peor.
¿Y el empleo? En los cinco últimos años el empleo público ha crecido en términos relativos más de un 11%, mientras que el privado lo hizo en el 5%. Tenemos una tasa de paro que supera el 13% y un déficit anual en la Seguridad Social de 27.000 millones de euros. De ahí que suban las cotizaciones y las empresas paguen el 70% del presupuesto de la Seguridad Social (152.000 millones de euros).
El presidente de Fedeto ha considerado las subidas del Salario Mínimo Interprofesional como una «excusa para meter mano en el bolsillo de los empresarios». Lo que nadie dice es que el artículo 19.2 de la LGSS establece que las bases mínimas de cotización suben automáticamente en el mismo porcentaje que lo hace el SMI, incrementadas en un sexto.
Y es que otro manido mantra pasa por culpar al empresario dela precariedad laboral y salarial. El empresario contrata si son adecuadas las condiciones del mercado y la coyuntura económica. Empresarios y trabajadores estamos sometidos a la voluntad del Estado con sus decisiones relativas al gasto público.
El Estado es consciente de ello y por eso a los empresarios nos exige empleos fijos y salarios altos, mientras que el empleo público tiene una tasa de temporalidad del más del 30% y a los funcionarios no se les suben los salarios lo mismo que sube el IPC real.
En resumen y de manera coloquial, en la Asamblea General de Fedeto lo que se evidenció es que el empresario está harto.