Las ayudas son escasas y no cubren necesidades básicas
Sectores completos quedan al margen de las ayudas.
Las medidas sanitarias inciden gravemente en muchos sectores que se sienten estigmatizados
Sectores empresariales completos no ingresan ni un euro desde el mes de marzo de 2020
Si no se actúa pronto y no se ayuda a las Pymes y Autónomos, es muy posible que nuestro país pueda verse inmerso en un conflicto social muy severo
La coyuntura económica española no afronta una “hibernación” ni una “nueva normalidad”, sino una nueva realidad, una Depresión Económica sin precedentes que, a estas alturas puede ser, ya, estructural.
Demasiados sectores empresariales están completamente parados, la productividad está cayendo entorno a un -4 % y tenemos 360.000 afiliados menos en la Seguridad Social, 750.000 parados más y 730.000 personas en la agonía del ERTE. El año 2021 se ha iniciado con 76.000 parados más.
De este modo España ya casi ha alcanzo la cifra de paro que predijimos en el mes de abril de 2020, cuando afirmábamos que, si no se adoptaban medidas de ayuda a las empresas, 4.000.000 de personas podrían engrosar las listas del desempleo.
Hoy 3.964.353 personas están ya en el paro.
En esa cifra no está contabilizados a los demandantes de empleo que no computan en la estadística por estar realizando cursos de formación, o ser demandantes de empleo con disponibilidad limitada o demanda de empleo específica. Si los sumásemos la cifra de parados ascendería a más de cuatro millones y medio de personas.
Nuestro producto interior bruto nacional ha caído, de momento, un -11%. Si se analiza la economía de determinadas ciudades dependientes del turismo, la caída de sus economías locales podría llegar a un 50% o más.
Los precios están en tasas negativas desde hace varios meses, cerrando el año con un -0,5%, lo que demuestra que la demanda interna atraviesa por sus peores momentos.
La solvencia de muchas empresas y familias es inexistente. el Banco de España ha manifestado que una de cada cinco empresas tiene serios problemas de solvencia y las estadísticas anuncian que dos de cada cinco de esas empresas pueden cerrar en los próximos meses.
La agonía y el hartazgo empresarial son absolutos. Sectores empresariales completos no ingresan ni un euro desde el mes de marzo de 2020, mientras que otros muchos han visto reducida su facturación más de un 90%. La mayoría de los sectores, salvo excepciones muy contadas, ven reducida su facturación entre un 30 y un 60%. Y mientras tanto, no hay ayudas directas a las empresas o las que hay resultan escasas.
El Estado mira para otra parte y ha dejado a las Comunidades Autónomas solas y desasistidas. La Junta ha publicado un decreto de ayudas, que representa una importante parte de sus presupuestos, pero si el gobierno central no apoya con otras ayudas directas, con las de la Junta pymes y autónomos no van a poder resolver sus graves problemas. Y la carencia de ingresos de pymes y autónomos, sus familias y sus trabajadores cada día va el aumento en una espiral diabólica que lo arroja a la quiebra.
El comercio atraviesa por sus peores momentos. La campaña de Navidad ha tenido un comportamiento negativo, afectando a toda la cadena de valor del comercio, y la campaña de rebajas ha sido inexistente.
La campaña de turismo se perdió, casi completamente, en 2020 y la de 2021, que comienza en marzo y acaba en octubre, corre riesgo de perderse completamente. El turismo y toda su cadena de valor (agencias de viajes, fabricantes de productos turísticos, comercio de suvenir, guías de turismo, transporte de viajeros, bares, restaurantes, la hostelería con carácter general…) están completamente hundidos.
El sector servicios está deshecho. Parte del mismo no está recibiendo ningún tipo de ayudas para paliar su situación.
Agricultores y ganaderos tienen también una situación muy complicada y difícil, agravada, además, por los efectos de Filomena. Los efectos de Filomena han afectado, también, a muchos empresarios que han sufrido cuantiosos daños.
Los impagos comienzan a producirse de forma descontrolada. Los patrimonios, de pymes, autónomos y sus familias, están comprometidos o han desaparecido.
Y frente a esto ¿con qué se encuentran pymes y autónomos?
• Las ayudas para ellos son escasas y no llegan a cubrir sus necesidades más básicas. Además, esas ayudas exigen mantener los niveles de empleo, como si mantener los puestos de trabajo dependiera, en estos críticos momentos, de la voluntad de empresario. El mantenimiento del empleo depende, ahora, de las restricciones sanitarias que se imponen. Restricciones que no son iguales para todos y que tienen excepciones sorprendentes que ni los empresarios ni los trabajadores ni la sociedad en su conjunto entienden.
• Sectores completos quedan al margen de las ayudas.
• Las medidas sanitarias inciden gravemente en muchos sectores que se siente estigmatizados. Con aforos y horarios muy limitados perciben que los contagios no se producen en sus locales, sino que el virus se propaga, fundamentalmente, por comportamientos de ciertos colectivos sociales, que no se controlan y frente a los que no se actúa con contundencia.
Urge adoptar medidas para las pymes y autónomos de una vez por todas, sobre todo, después de nueve meses en los que estas ayudas no han existido o no resuelven los verdaderos problemas que tienen.
Meses en los que, por ejemplo, los ERTE se prorrogan, sí, pero estableciendo, tercamente, los mismos condicionantes que encorsetan a pymes y autónomos, mientras que, en cada nueva prórroga, se les rebajan las exenciones empresariales. En otros países los ERTE se han prorrogado, desde el año 2020 hasta diciembre de 2021. Las prórrogas en España son trimestrales. No se tiene en cuenta que las empresas hacen sus proyecciones de forma anual.
Las ayudas, efectivamente, no son suficientes. El Estado español no está dando los mismos pasos acertados de otros países como, por ejemplo, Alemania, que ha establecido un sistema de compensación de gastos, para los empresarios a los que la pandemia impone el cierre. Por el contrario, España sube los impuestos y cotizaciones a pymes y autónomos, cuando todos los países de nuestro entorno han rebajado la presión fiscal.
El resultado de todo esto es que miles de pymes y autónomos han tenido que cerrar sus negocios y, con ellos, cientos de miles de trabajadores se han visto abocados al paro. Y lo peor está aún por llegar. El primer trimestre de 2021 puede ser crítico para pymes, autónomos, trabajadores, personas en ERTE y parados.
Esto sucede, trimestre tras trimestre, desde el mes de marzo de 2020, y el hartazgo de pymes, autónomos, trabajadores y parados, está llegando a un límite cuyo umbral es tan alto que, se puede afirmar, jamás se ha conocido en España, al menos en los últimos en los últimos 50 años.
No son pocos los sectores empresariales que ya se han movilizado, en todo el territorio español reivindicando públicamente sus demandas.
Si no se actúa pronto y no se ayuda a las empresas es muy posible que nuestro país pueda verse inmerso en un conflicto social muy severo. Si ese conflicto social estallase, y si la adversa situación económica de España fuera ya estructural, como parece que lo es, las consecuencias pueden ser impredecibles.
Es imprescindible que se aborden de una vez por todas los verdaderos problemas que tienen las empresas y sus trabajadores. Problemas que son de muy hondo calado.
Para que la situación económica pueda recuperarse es necesario que se escuchen las demandas de los empresarios. Y estos lo que piden ahora mismo, sin más demora, es que se establezcan ayudas y medidas que ayuden efectiva y eficazmente a las empresas. Sin ellas no habrá recuperación económica posible ni se podrá superar el grave problema de paro que afronta nuestro país.